El abordaje de la diabetes es un proceso interactivo y progresivo que tiene como objetivo facilitar los conocimientos y la habilidad imprescindibles para el autocuidado del paciente mediante el apoyo a la persona y a su familia con el objetivo de autogestionar su vida con diabetes y lograr los mejores resultados posibles.
Por eso, el manejo del paciente diabético no solo depende del uso de medicamentos adecuados, sino también de la información y enseñanza que se realiza para que el paciente aborde algunas habilidades y adopte determinadas conductas. Por tanto, la competencia profesional de médicos, enfermeros y farmacéuticos no se mide solo por sus conocimientos, sino también por sus aptitudes y habilidades de comunicación. La relación entre los médicos y el personal de enfermería es constante y fluida, trabajan en el mismo sitio y son complementarios. Es fundamental una perfecta coordinación entre estos dos profesionales y el paciente.
En los últimos tiempos, es indiscutible la relevancia que han adquirido la perspectiva psicológica y los procesos comunicativos en la oficina de farmacia, desde el momento en que los farmacéuticos asistenciales empezaron a demandar la posibilidad de participar de modo activo en el desarrollo e implantación de la atención farmacéutica como un nuevo modelo de ejercicio profesional.
Tiempo para escuchar
Así, la relación del paciente diabético con su médico en general está centrada en los signos y síntomas de la enfermedad. Los tratamientos se suelen poner sin dar opción al paciente a opinar sobre cual sería el mejor tratamiento más conveniente a su estilo de vida. La relación ideal se da cuando el médico escucha a su paciente, empatiza con su situación, comprendiendo los problemas a los que se enfrenta, tratándolo con amabilidad y humanidad, adaptando sus recomendaciones a las circunstancias vitales y emocionales del paciente y animándole a cumplir el tratamiento.
Enfermería tiene un papel importante en procesos crónicos como la diabetes, por su papel como cuidadores y educadores. Su misión consiste en ofrecer a los pacientes los conocimientos necesarios, práctica de hábitos saludables, desarrollo de autocuidados, y el manejo efectivo del régimen terapéutico, con el fin de un buen control de la enfermedad y una mejora en la calidad de vida del paciente y su familia, intentando evitar las complicaciones tardías de la enfermedad.
El farmacéutico, además de dedicarse a la dispensación y seguimiento del tratamiento farmacoterapéutico, podría cooperar con el médico y enfermería, con el fin de conseguir resultados que mejoren la calidad de vida del paciente e implicándose en un seguimiento de los resultados del tratamiento y si el paciente lo está cumpliendo correctamente.
Relación de confianza
El farmacéutico tiene la posibilidad de detectar factores de riesgo y recomendar al paciente con sospecha de ser diabético que consulte a su médico, lo cual evitaría en parte las complicaciones que conllevan un retraso en el diagnóstico. La oficina de farmacia permite establecer una relación de confianza con los pacientes, su accesibilidad y proximidad a la población permite ofrecer recomendaciones sobre temas de salud, y así contribuir a su educación sanitaria.
La colaboración entre estos profesionales es muy importante ya que es totalmente necesaria y muy positiva para el bienestar del paciente. Si existe colaboración se produce una mejora en el Sistema de Salud y de los procesos asistenciales, que deriva en una mayor eficiencia y aumento de la calidad en la atención sanitaria al paciente.
Dado que actualmente el número de pacientes mayores, crónicos, polimedicados, que viven solos en sus hogares va en aumento, es necesario que los profesionales que intervienen en su atención colaboren para optimizar los resultados de la farmacoterapia y conseguir mejores resultados en salud.
Intercambio de información
Una de las áreas de mejora es la comunicación, es decir, el intercambio de información en los tiempos adecuados para poder tomar las decisiones que impacten directamente en el paciente. Los medios electrónicos facilitan ese intercambio de información. Si la comunicación es buena, los profesionales se pueden adelantar a los problemas, evitarlos y proporcionar mejores servicios.
Se debe facilitar el conocimiento entre profesionales, ya que este conocimiento optimiza tiempos y recursos, al trabajar en red, se aporta conocimiento, que se comparte y que mejora los resultados de salud.
Se debería mejorar la relación y bidireccionalidad sobre todo en el área farmacéutica. La colaboración entre los profesionales sanitarios para mejorar la salud del paciente es bastante escasa, aunque se están dando pasos agigantados para suplir este problema, pero todavía hay mucho espacio que recorrer, sobre todo en la oficina de farmacia.
La relación entre el paciente diabético y el profesional sanitario debe estar basada en la confianza, credibilidad, sinceridad y cercanía en el trato, y debe garantizar una comunicación eficiente entre ambos. Históricamente, la comunicación entre el profesional sanitario y el paciente no era muy importante, primaban más las competencias técnicas de los profesionales sanitarios.
Actualmente, esta tendencia ha cambiado ya que los pacientes demandan información. Una buena relación entre el paciente y el profesional sanitario, con los beneficios que conlleva, permite al paciente entender y llevar mejor su enfermedad.
Capacidad de respuestas
Es importante que exista una buena accesibilidad, capacidad de respuesta y comprensión del paciente por parte del profesional sanitario así como una buena comunicación, entre ellos, que sean tratados con educación y que el profesional sanitario transmita credibilidad y se muestre implicado con el paciente y su situación.
La figura de la enfermera educadora permite individualizar la relación con cada paciente, entender su situación y actuar de intermediaria entre médico y paciente. Al tener mayor relación con el paciente, éste no duda en comunicarle sus inseguridades problemas con los que se encuentra durante su tratamiento y cumplimiento.
También en la oficina de farmacia se podría realizar seguimiento de estos pacientes, el cumplimiento de su tratamiento, su eficacia, posibles efectos secundarios o complicaciones de la enfermedad, y, de este modo, ayudar al paciente en su día a día y mejorar su calidad de vida.
No debemos olvidar que el paciente es el centro de actuación de todos los profesionales sanitarios y que además los pacientes deben de formar parte activa del proceso. Por eso, los profesionales deben ir al unísono para la consecución de la mejora de la salud, con el fin una buena optimización de los recursos disponibles. La comunicación con los pacientes, no solo del paciente diabético, sino con todos los pacientes, debería ser clara, concisa y entendible para todos, sin palabras técnicas que hagan dificultoso ese entendimiento.
La comunicación verbal se acompaña de lenguaje no verbal, como la expresión, miradas, posturas, gestos…, pueden afectar muy positivamente o muy negativamente.. Así, es importante cultivar unas habilidades personales como la empatía, la elocuencia, el interés y la capacidad de negociación.
Para mejorar esa comunicación, hay que generar confianza entre los profesionales, mediante acciones y proyectos que permitan la formación conjunta de las tres profesiones sanitarias.
Equipo integrado
La integración en el equipo asistencial contribuye a una mejor participación. De esta manera, sería mucho más efectivos y se evitarían muchos problemas derivados de la mala comunicación, que en última instancia acaban afectando negativamente al paciente. Para que los equipos multidisciplinarios sean más eficaces y eficientes hay que apostar por una adecuada comunicación que permite una mejor coordinación y ampliación de los conocimientos.
En esta línea, se puede aprovechar el potencial de la receta electrónica como herramienta de comunicación interprofesional. Se deben impulsar protocolos conjuntos de actuación, evaluar y generar evidencia científica. Promover la formación conjunta entre los profesionales sanitarios y facilitarles herramientas para mejorar la comunicación entre ellos es una buena medida a tomar.
Desde el centro de salud, de pueden impartir sesiones de formación a las que también asistan los farmacéuticos de la zona, y así favorecer el conocimiento y relación con el médico y enfermero. Otra opción es a través de la oficina de farmacia realizando sesiones formativas dadas por un médico o enfermero.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Miguel Ángel Corrales, Luis Rosa Gil, Francisco Ferrer Pulido y Carmen Corona Barrio, de Marbella; los médicos de Familia Tertuliano Amat Sotos, Julio Javier Olaya Monteagudo, José Joaquín Oriente Pérez e Ignacio Abascal Carey, del Centro de Salud las Acacias, de Elda, y el cardiólgo Oreste Vaccari, y los médicos generales José Polo García, Enrique Martínez Hernáez, Enrique Fernández Cañada y Andrés Álvarez González, del Centro de Salud Manuel Encinas, Cáceres.
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