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viernes, 19 de marzo de 2021

“El dolor tiene un abordaje multidisciplinar y colaborativo”

¿Cuáles son los elementos claves para el manejo del dolor?

Creo que la experiencia más deletérea y desagradable que puede padecer una persona es el dolor, te aniquila como ser humano, destruyendo tu vida social, no te deja pensar, te roba la paz interior y desata los peores sufrimientos. Por eso, quitarle el dolor a una paciente que sufre es una tarea sublime.  El dolor tiene, como la Anestesiología, un abordaje multidisciplinar y colaborativo. Somos la especialidad con la que más fácil se trabaja y siempre tendemos la mano a otras espacialidades. Por eso, siempre hemos trabajado con psicólogos, psiquiatras, rehabilitadores, traumatólogos, neurocirujanos, neurólogos y un sinfín de otras espacialidades, ya que el dolor en función de su intensidad y duración va afectando a todos los planos de la vida del paciente, afectivo, psicológico, social, físico e, incluso, espiritual.

¿Cómo se articula el abordaje del dolor crónico?

El abordaje del dolor crónico es muy complejo, requiere de una evaluación precisa de cada paciente, donde se llegue hasta el fondo de la situación que siempre es compleja, en función de la personalidad de cada paciente y del tiempo de evolución de ese dolor. El dolor en función de su intensidad y duración va minando todas las facetas del ser humano, cambiando hasta la personalidad del paciente, su forma de ser y de pensar. Todo eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de comenzar una opción terapéutica, si no tienes un abordaje global del paciente incluso la mejor de las técnicas o bloqueos puede fracasar. En relación con el arsenal terapéutico que se dispone en las unidades de dolor crónico cada vez es más amplio y complejo, comenzando por los fármacos en continuo desarrollo con mejores combinaciones con menos efectos secundarios, las técnicas locorregionales, radiofrecuencia, bloqueos, neuromodulación, implantación de bombas, y todo el campo de la neuroestimulación. Es un campo en continuo desarrollo y con gran innovación.

En España, ¿existe el suficiente número de especialistas en dolor para hacer frente a las necesidades asistenciales?

La respuesta es sin ninguna duda, claramente, no. Desde mi punto de vista, todo servicio de Anestesiología debería tener una unidad de dolor agudo postoperatorio y una unidad de dolor crónico. Es más, debería ser un requisito indispensable para poder tener formación de residentes, como el disponer de quirófanos o de una UCI. No digo que todas fueran de máxima complejidad, pero que al menos se les pudiera ofertar a los pacientes una buena evaluación y tratamiento del dolor. En los casos más complejos que requieran neuromodulación poderlos referenciar a otros centros.

¿Cuenta con buena salud la asistencia del dolor en España?

No, es muy irregular e insuficiente. En el sector privado cada vez se está potenciando más de forma rápida, pero en la Medicina pública el desarrollo es muy heterogéneo y lento. En algunas comunidades está bastante desarrollada, pero en otras es casi inexistente la posibilidad de atención en unidades de dolor crónico. En general, se puede decir que hay muchas regiones en España en las que no existen o son una excepción, y donde existen, están muy saturadas porque no crecen al ritmo que aumenta su demanda, conforme los pacientes ven sus beneficios.

¿Cómo funcionan y se gestionan las unidades de dolor?

En el sistema público, en general, están adscritas administrativamente a los servicios de Anestesiología, aunque según el caso con más o menos autonomía de gestión propia. Desde mi punto de vista, es bueno que estén dentro de los servicios de Anestesiología para la docencia de los residentes de la especialidad. Pero, por otro lado, considero que deben tener una autonomía y coordinación propia, ya que son áreas de conocimiento muy específicas y deben ser gestionadas por expertos en esta área y en gestión sanitaría.

¿Qué les aporta estar en el servicio de Anestesiología?

Les da robustez y solidez en la gestión de los recursos humanos. Las unidades uni o bipersonales independientes, que algunos reclaman, tienden a la autodestrucción, ya que toda unidad que depende de unas pocas personas, es insostenible en el tiempo, antes o después fracasará, nadie puede garantizar una asistencia sanitaria que pueda crecer y atender a un número incremental de pacientes en el tiempo de forma tan aislada e independiente, antes o después tendrá que hacerse cargo un servicio de Anestesiología de su gestión definitiva de recursos humanos.

¿Todos los hospitales del SNS cuentan con ellas?

No, por desgracia este es un gran problema sanitario. Creo que se debería implementar de forma obligatoria en la cartera de servicios del SNS y obligar a que todo hospital de segundo y tercer nivel tuviera obligación a tener unidad de dolor agudo y crónico.

En relación con el dolor pediátrico, ¿cómo se maneja y en quién recae esa asistencia?

La responsabilidad de la asistencia también es multidisciplinar como deben ser todas las unidades de dolor, con el apoyo de los pediatras, psicólogos y asociaciones de dolor infantil que también hacen una gran labor.

¿Cuál es el estado de las unidades de Cuidados Paliativos en España?

En mi opinión es pésimo, según datos de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), más del 35 por ciento de los pacientes terminales en España mueren sin ser asistidos por unidades especializadas en cuidados paliativos, lo que supone unos 80.000 pacientes al año. Es un dato escarnecedor, creo que el verdadero derecho a una muerte diga es morir sin dolor y bien atendido en todos los aspectos que un ser humano necesita, y eso solo lo dan las unidades de cuidados paliativos. Nosotros como anestesiólogos estamos muy sensibilizados con estos temas por nuestras competencias en dolor agudo y crónico, y damos apoyo formativo y colaboramos con los equipos de cuidados paliativos cuando ellos nos lo solicitan, pero la labor de cuidados paliativos es fundamentalmente de atención domiciliaria. Nosotros trabajamos solo en la atención intrahospitalaria, junto con los oncólogos en los cuidados paliativos de los pacientes oncológicos ingresados en el hospital.

¿Se deberían potenciar?

Sí, claramente sí, la SECPAL tiene todo nuestro apoyo en el desarrollo de planes de formación y colaboración conjuntos que ellos nos propongan, creo que es una obligación de todos fomentar y colaborar en el desarrollo de estas unidades tan necesarias.

¿Cuál es su relación con otros niveles asistenciales extrahospitalarios? (ej. Atención Primaria)

Desde SEDAR somos muy proactivos en ofrecer nuestra colaboración con todas las sociedades científicas, facilitando acuerdos de formación y asistenciales. Recientemente hemos firmado un acuerdo de colaboración con SEMG -Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, para el seguimiento de pacientes COVID-19. También trabajamos asistencialmente para atender las consultas de dolor crónico que surjan en Atención Primaria a través de e-consultas o consultas telemáticas que los médicos de familia pueden hacer cuando quieran y eso facilita el acceso a las unidades de dolor a los pacientes a través de sus propios médicos de Atención Primaria. Pero siempre se pueden establecer más puentes de colaboración en un futuro en proyectos docentes, de investigación y formación.

¿Cuáles son los objetivos prioritarios de la junta directiva de la SEDAR?

Dar plena visibilidad a los anestesiólogos y a las diferentes áreas de competencias de la especialidad, como son, anestesia dentro y fuera del quirófano, cuidados intensivos y dolor, tanto ante la población, la administración y el resto de las especialidades médicas. Otro objetivo importante es impulsar la formación de los anestesiólogos con proyectos generados desde la SEDAR, como la creación de la plataforma virtual del Campus de Formación SEDAR, cursos, diplomas, y másteres acreditados que den una formación completa, de fácil acceso y alta calidad para todos los socios.

¿Cómo articula la SEDAR la formación de sus asociados y de los médicos en formación?

Esta es la gran apuesta de la nueva ejecutiva, tenemos que pasar de ser agentes pasivos que acreditábamos proyectos docentes generados externamente, a ser los protagonistas proactivos de generación de conocimiento, institucional y acreditado, y convertirnos en el corazón de la formación tanto de los residentes como de la formación continuada de los adjuntos. La formación lo es todo, mejora nuestro futuro laboral, la atención de los pacientes, es la forma más eficaz de ilusionar a los anestesiólogos y es el mejor medio de motivación de los médicos. Mientras haya ilusión por seguir formándose, se mantiene la pasión por la especialidad.

¿Con qué herramientas cuentan para llevar a cabo los programas de formación?

La primera gran apuesta es la formación online o virtual. Estamos en pleno desarrollo de nuestro Campus de Formación de SEDAR, que va a contener webinars, simposios, y jornadas con periodicidad semanal o quincenal, por las tardes y todo ello bien acreditado. Seguiremos con nuestro segundo gran proyecto docente que será la SEDAR-APP, la futura APP de formación SEDAR, que tendrá todos los contenidos de formación, más contenidos de guías y protocolos que ayuden a nuestra práctica clínica diaria, ofertas de trabajo, curso, diplomas, conexión con otras sociedades…

¿Cómo ha afectado la COVID-19 a los planes de formación?

Bueno, ha acelerado la llegada de la formación virtual que ya estaba desarrollándose pero que ha hecho que se precipite de forma inmediata. La presencialidad ha dado paso a una interacción online que, aunque al principio resulta más difícil; sin embargo, se ha hecho más accesible para todo el mundo, ahora no tenemos la limitación temporo-espacial, de tener que ir presencialmente a un congreso, y las limitaciones de permisos. Ahora quien quiere formarse lo puede hacer de una forma más compatible con su trabajo habitual.

¿Qué papel han tenido en el manejo de la pandemia?

La Anestesiología ha sido la especialidad médica clave, llave maestra, para la asistencia sanitaria en esta pandemia. Donde hacía falta ampliar camas de UCI, allí iban los anestesiólogos y montaban UCI; en bibliotecas, sótanos, plantas, URPAS, quirófanos o en tiendas de campaña. Los anestesiólogos siempre somos polivalentes, nos adaptábamos a condiciones muy complicadas y colaboramos con Medicina Intensiva, con tal de salvar más vidas. Cuando hacían falta camas de cuidados intermedios, allí íbamos y colaboramos con neumólogos para ampliar las camas que se necesitaban. Cuando en plantas de hospitalización o en urgencias, las plantillas se han visto sobrepasadas y nos han pedido ayuda, hemos colaborado con todos ellos y hemos apoyado asistencialmente donde se ha necesitado. Y lo más importante, de forma totalmente invisible, callados, anónima, pasando totalmente desapercibidos por la administración. Somos los médicos desconocidos de la pandemia que hemos estado salvando el mayor número de vidas posible sin ningún reconocimiento por parte de nadie, y, sin embargo, lo hemos seguido haciendo y lo seguimos haciendo porque en nuestro ADN de anestesiólogos va el instinto de proteger a los pacientes de cualquier daño.

 

NOTA DE REDACCIÓN:

Esta entrevista forma parte de un especial sobre dolor publicado en la edición impresa de marzo de la revista EL MÉDICO.

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