Más de dos tercios de las muertes por enfermedades cardíacas en todo el mundo podrían prevenirse con dietas más saludables, según un estudio publicado en el ‘European Heart Journal-Quality of Care and Clinical Outcomes’, revista de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), coincidiendo con el Día Mundial de la Alimentación.
“Nuestro análisis muestra que las dietas poco saludables, la presión arterial alta y el colesterol sérico alto son los tres principales factores que contribuyen a las muertes por ataques cardíacos y angina, lo que en conjunto se llama enfermedad cardíaca isquémica –señala el autor del estudio, el doctor Xinyao Liu, de la Universidad Central South, en China–. Esto fue consistente tanto en países desarrollados como en desarrollo”.
“Se podrían evitar más de seis millones de muertes reduciendo la ingesta de alimentos procesados, bebidas azucaradas, grasas trans y saturadas, y sal y azúcar añadidas, al tiempo que se aumenta la ingesta de pescado, frutas, verduras, nueces y cereales integrales –añade–. Lo ideal sería comer 200 a 300 mg de ácidos grasos omega 3 de los mariscos cada día. Además de eso, todos los días debemos aspirar a 200 a 300 gramos de fruta, 290 a 430 gramos de verduras, 16 a 25 gramos de nueces y 100 a 150 gramos de cereales integrales”.
Fallecimientos por cardiopatía isquémica
El estudio analizó los datos proporcionados por el Global Burden of Disease Study 2017, que se llevó a cabo en 195 países entre 1990 y 2017. En 2017, había 126,5 millones de personas con cardiopatía isquémica y 10,6 millones de nuevos diagnósticos de la enfermedad. La cardiopatía isquémica causó 8,9 millones de muertes en 2017, lo que equivale al 16% de todas las muertes, en comparación con el 12,6% de todas las muertes en 1990.
Entre 1990 y 2017, la prevalencia, la incidencia y las tasas de mortalidad estandarizadas por edad por cada 100.000 personas disminuyeron en un 11,8%, 27,4% y 30%, respectivamente. Pero los números absolutos casi se duplicaron.
El doctor Liu apunta que, “si bien se han logrado avances en la prevención de enfermedades cardíacas y la mejora de la supervivencia, particularmente en los países desarrollados, el número de personas afectadas sigue aumentando debido al crecimiento y el envejecimiento de la población”.
Factores de riesgo en la muerte por cardiopatía isquémica
Los investigadores calcularon la repercusión de 11 factores de riesgo en la muerte por cardiopatía isquémica. Éstos eran la dieta, la presión arterial alta, el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL) en suero alto, la glucosa plasmática alta, el consumo de tabaco, el índice de masa corporal (IMC) alto, la contaminación del aire, la actividad física baja, el deterioro de la función renal, la exposición al plomo y el consumo de alcohol. Específicamente, estimaron la proporción de muertes que podrían detenerse eliminando ese factor de riesgo.
Suponiendo que todos los demás factores de riesgo se mantuvieran sin cambios, el 69,2% de las muertes por cardiopatía isquémica en todo el mundo se podrían prevenir si se adoptaran dietas más saludables.
Mientras tanto, el 54,4% de estas muertes podrían evitarse si la presión arterial sistólica se mantuviera en 110-115 mmHg, mientras que el 41,9% de las muertes podrían detenerse si las LDL séricas se mantuvieran en 0,7-1,3 mmol / L.
Aproximadamente una cuarta parte de las muertes (25,5%) podrían evitarse si la glucosa plasmática en ayunas se mantuviera en 4,8-5,4 mmol / L, mientras que la erradicación del tabaquismo y el humo de segunda mano podría detener una quinta parte (20,6%) de las muertes por cardiopatía isquémica.
En particular, el consumo de tabaco se clasificó como el cuarto factor que más contribuyó a las muertes por cardiopatía isquémica en los hombres, pero solo el séptimo en las mujeres. Entre 1990 y 2017, la prevalencia mundial del tabaquismo disminuyó un 28,4% en hombres y un 34,4% en mujeres.
Un IMC alto fue el quinto factor que más contribuyó a las muertes por cardiopatía isquémica en las mujeres y el sexto en los hombres. Para las mujeres, el 18,3% de las muertes por cardiopatía isquémica podrían evitarse si el IMC se mantuviera en 20-25 kg / m2.
En ambos sexos, las contribuciones porcentuales de la contaminación del aire y la exposición al plomo a las muertes por cardiopatía isquémica estandarizadas por edad aumentaron a medida que el país de residencia se volvió menos desarrollado.
“La cardiopatía isquémica se puede prevenir en gran medida con comportamientos saludables y las personas deben tomar la iniciativa para mejorar sus hábitos –señala el doctor Liu–. Además, se necesitan estrategias adaptadas geográficamente; por ejemplo, los programas para reducir el consumo de sal pueden tener el mayor beneficio en las regiones donde el consumo es alto (por ejemplo, China o Asia central)”.
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