El ejercicio físico resulta muy eficaz para mejorar el perfil lipídico del paciente, además de resultar una práctica aconsejable y beneficiosa para la salud, pues ayuda a reducir el colesterol, favoreciendo la disminución del peso. Provoca el fortalecimiento del músculo cardiaco y del sistema músculo-esquelético, aumentando a su vez la liberación de endorfinas, lo que favorece un buen descanso nocturno e incrementa la sensación de bienestar, al tiempo que mejora la autoestima del paciente.
Sus beneficios son claros, pero su exceso es claramente perjudicial, ya que puede aumentar la posibilidad de muerte súbita en jóvenes por patología estructural cardiaca congénita (miocardiopatía hipertrófica), así como ocasionar lesiones, sobrecargas musculares o desgaste osteoarticular, pudiendo producir el agravamiento de alguna patología de base. En exceso, sobre todo para personas que no están preparadas físicamente, puede potenciar un ACV. Es conveniente realizarse pruebas previas para ver si el cuerpo y, sobre todo, el corazón puede soportar un esfuerzo físico elevado.
Hay que tener en cuenta que con el ejercicio intenso pueden aparecer episodios de deshidratación, urticaria, broncoconstricción,…, pero los efectos beneficiosos del ejercicio regular superan con mucho estos riesgos.
Aunque los pacientes no suelen acudir a las consultas con problemas por abuso de deporte, en los últimos años sí que más pacientes de mediana edad que se inician en la práctica deportiva acuden generalmente por lesiones osteomusculares.
Estudios previos
Hay que tener en cuenta que las personas que van a comenzar a realizar deporte y que llevan un tiempo sin realizar actividad física suelen acudir a las consultas. En estos pacientes sí que se evalúa su posible RCV mediante la historia clínica y los antecedentes, la toma de constantes, una analítica general, la aplicación de escalas de riesgo, junto con la realización de un ecocardiograma que descarte cardiopatía estructural y una prueba de esfuerzo que mida capacidad funcional, para ver que no hay isquemia miocárdica e inducción de arritmias.
Por otra parte, ocasionalmente se pueden ver pacientes con dilatación de cavidades que simulan auténticas miocardiopatías o arritmias lentas que están desencadenadas por deporte. El estudio de sincope en el deportista o la aparición de fibrilación auricular tras ejercicio intenso son causas de visitas al especialista. En los últimos años, han aparecido estudios que afirman que las personas con muchos años de práctica deportiva intensa presentan más aterosclerosis coronaria y calcificaciones coronarias. También, más lesiones cicatriciales en las aurículas y los ventrículos que favorecen el desarrollo de arritmias auriculares y ventriculares.
Aunque es verdad que la evaluación del RCV se realiza en aquellas personas que van a realizar deporte y que acuden a la consulta, es cierto que existen muchos otros que no frecuentan la visita médica y en los que, por tanto, no existe ningún tipo de evaluación.
Pautas preventivas
En líneas generales, el tratamiento de estos pacientes debe ser preventivo con el control de los factores de riesgo cardiovascular. Además, para minimizar en lo posible el riesgo de alguna de las complicaciones por el ejercicio es importante progresar adecuadamente en los volúmenes e intensidades de ejercicio, sobre todo en los individuos menos entrenados. Se debe descansar ante cualquier enfermedad aguda, retomando posteriormente el régimen de ejercicio de forma progresiva y, sobre todo, conocer los síntomas de alarma, cesar toda actividad y consultar con un médico en caso de que se produzcan.
Cuando se observa alguna lesión, se instaura tratamiento farmacológico para la cardiopatía concreta o la arritmia específica. En todos los pacientes se debe optimizar el control de los FRCV.
Adaptar el ejercicio
Por otra parte, hay que adaptar el ejercicio que podrá realizar el paciente a su situación actual con una intensidad de ejercicio adecuada a su cardiopatía. En los casos con ACV, se instaurará el tratamiento óptimo farmacológico. Además, todos los casos son valorados por rehabilitación (fisioterapia, foniatría) con vistas a intentar una recuperación funcional óptima (que en la mayoría de ocasiones tarda varios meses en completarse). El plan de ejercicio debe realizarlo un equipo multidisciplinar y ellos valorarán al término de la rehabilitación qué ejercicios son adecuados para el paciente según su recuperación funcional.
Los pacientes que ya han sufrido algún evento cardiovascular son mucho más proclives al inicio de la práctica deportiva, al menos en los primeros meses, por temor a que se presente un nuevo evento. Sin embargo, los pacientes sin patología previa no son conscientes del riesgo cardiovascular que padecen aun teniendo factores de riesgo alterados, como dislipemia, HTA, obesidad, consumo de alcohol elevado, tabaquismo o antecedentes de enfermedad coronaria en familiares de primer grado. Es fundamental mejorar la comunicación con ellos para hacerles comprender la importancia de promover los cambios necesarios en favor de la adopción de hábitos saludables que les ayuden a contrarrestar ese riesgo.
El paciente tiene que ser consciente de que debe conocer su riesgo cardiovascular, evaluarlo anualmente con su médico y poner tratamiento a aquellos factores de riesgo que lo incrementan. Por eso, debe adaptar la intensidad y el volumen de ejercicio progresivamente y descubrir cuál es el deporte más adecuado para esa persona, según su preferencia personal y perfil clínico.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas Francisco Prieto López, Mª del Carmen Pernas Silva, Rosa Mª Prieto Granja, Marta Díez de Angulo y Jorge Llanos Cascaret, del Centro de Salud Virgen Peregrina, Pontevedra; María Jesús del Teso Valle, Begoña Santos Benito, Natalia Marinuic Mariniuc, María Teresa Polo Rodríguez, María José Velázquez Rodrigo y Manuel Vicente Arroyo, del Centro de Salud de Guijuelo; Pablo Hernández, Fernando Albinana, Carmen Guaita y Ana Casorran, de Valencia, y María José Calpe Gil, Francisco Javier García Balaguer, Esther Sánchez Insa, Rubén Cordón Ruiz, Jesús Román Paricio, José Jonathan Montoya Arenas y Rosa Numancia Andreu.
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