“No se puede vivir sin bacterias; están en todas partes. No podemos vivir o funcionar solos; hay una colaboración constante entre las decenas de billones de microbios que habitan en nuestro cuerpo, y nosotros mismos. Hay cien veces más genes microbianos que humanos en nuestros cuerpos, así que en este sentido somos más microbianos que humanos, pero el hecho es que nos beneficiamos mutuamente de la compañía que nos hacemos”, subraya sonriente a EL MÉDICO INTERACTIVO el doctor Jeffrey Gordon (EE.UU, 1947), galardonado recientemente por la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biología y Biomedicina. Gordon fue distinguido “por su descubrimiento fundamental de la importancia de la comunidad microbiana intestinal para la salud humana”.
Gordon y su equipo fueron los primeros en demostrar la importancia del microbioma intestinal en la regulación de la fisiología animal. “Tras este hallazgo fundamental, muchos grupos en todo el mundo han demostrado que los microorganismos que pueblan el intestino desempeñan un papel central en la salud y en enfermedades como la obesidad, la diabetes o la enfermedad inflamatoria intestinal, y podrían tener importantes implicaciones en la patogénesis de enfermedades neurológicas y en la respuesta a fármacos”.
El microbiólogo e investigador estadounidense empezó a pensar en la relación simbiótica entre nuestro microbioma y nuestra salud hace 25 años. “Estábamos estudiando cómo las distintas funciones se establecen en diferentes regiones de nuestro intestino y nos preguntamos cómo las diversas regiones del mismo reciben sus instrucciones para operar o funcionar de manera especializada. Nos cuestionábamos si existía una conversación entre los microbios que habitan nuestro intestino y cómo se adquieren cuando nacemos y esta especialización en su función a través de todo el intestino. El problema parecía ser inmenso, porque hay tantos microbios en el mismo y muchas posibilidades de interacción. Nosotros nos dimos cuenta de que teníamos que simplificar el sistema, así que comenzamos a tomar miembro des nuestro intestino humano e instalarlos en ratas que se habían creado en condiciones estériles. Entonces, ‘escuchamos’ las conversaciones que existían entre nuestros microbios y el intestino en estos modelos”, explica sonriente.
Gordon descubrió que los microorganismos presentes en el intestino influyen en la aparición de la obesidad. También comprobó que las consecuencias a largo plazo de la malnutrición en niños -como fallos en el desarrollo neurológico y del sistema inmune- dependen no solo de la dieta, sino también de la adquisición de un microbioma sano.
Trasplantes de microbiota fecal
Según el jurado internacional que le concedió el galardón -dotado con 400.000 euros-, gracias a su trabajo han comenzado a explorarse los posibles usos terapéuticos del microbioma. “Los trasplantes de microbiota fecal pueden ser beneficiosos para el tratamiento de algunas enfermedades, entre ellas algunos tipos de colitis. A medida que avanza el conocimiento de los mecanismos moleculares precisos que median la influencia de las bacterias sobre nuestra fisiología, se abre una gran promesa en el desarrollo de tratamientos contra diversas enfermedades humanas”.
La obesidad es una pandemia, en el mundo desarrollado sobre todo. ¿Qué puede hacerse con la microbiota para controlarla? “Soy un ferviente creyente de la ciencia y de los modelos con animales y humanos. Se está haciendo mucho trabajo en este campo para entender cuál es la contribución de nuestro microbiota, además de otros factores como el estilo de vida o la genética para el desarrollo de la obesidad”, explica Gordon.
Sobre el papel que puede desempeñar la macrobiota en enfermedades neuroinflamatorias y neurológicas, el investigador adelanta que existe un cuerpo emergente que evidencia que existen células en el cerebro, células implicadas en funciones inmunes influenciadas por la microbiota. “Hay otras preguntas sobre si la ansiedad, el estado de ánimo, el párkinson, el autismo… vienen causados en parte por la microbiota. Una vez más señalo que creo fervientemente en la ciencia. Estudios bien controlados y llevados a cabo, en primer lugar, en modelos con animales y luego basados en estos resultados aplicados en humanos que están bien controlados. Muchos equipos trabajan en estos problemas de salud neurológica para buscarles una salida con ayuda de la microbiota”, sentencia.
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